Un recorrido por los mercados gastronómicos de Montevideo.
Control de temperatura corporal, alfombra sanitaria, alcohol en gel y hasta me preguntan nombre, apellido y número de teléfono para anotarlo en una planilla. Una vez cumplidos esos pasos, y controlando que lleve el tapabocas correctamente colocado, puedo ingresar al mercado.
Desde la puerta de entrada parece que se seguirá de manera estricta con el protocolo, pero unos pasos después me siento en esa serie de los viajes en el tiempo que al parecer casi todos vieron: como en Dark, creo que me trasladé en el tiempo hasta los días en que ni se hablaba de la pandemia por coronavirus.
En varios locales hay cocineros sin mascarilla, comida expuesta al público sin estar tapada o detrás de una vitrina, los clientes están amontonados y parecen no saber que las mesas deben estar a una distancia de dos metros unas de la otras.
A las 13 horas del segundo sábado de julio salí a recorrer Montevideo para saber cómo se vive el regreso de los mercados gastronómicos. Porque la COVID-19 hizo en Uruguay lo mismo que en otras partes del mundo: además del miedo, las muertes y la paranoia, se subió al ring y repartió derechazos y ejecutó knock-outs sin piedad en varios sectores, causando desempleo, crisis económica y cierre de muchos comercios. El área gastronómica es una de las que recibió fuertes golpes, pero en Montevideo, lentamente, se está levantando y con estrictos cuidados vuelven a abrir sus puertas restaurantes y mercados.
Afortunadamente, el relato de la introducción no es algo que se vea en todos los lugares que visité, pero es importante conocer los protocolos para tomar decisiones: ¿ante qué situaciones conviene darse la vuelta y no quedarse a comer en un lugar?, ¿es obligación que los cocineros usen tapabocas? La clave es saber que cuidarse depende de uno mismo, más allá de las reglas y cumplimiento (o no) del protocolo sanitario de cada establecimiento. Tener presente que no hay que aglomerarse y que, en lo posible, se tienen que evitar los lugares cerrados.
Salir o no salir, esa es la primera cuestión
Salir o no salir esa es la primera decisión que hay que tomar y, según la infectóloga Susana Pereira, desde el punto de vista médico, lo ideal sería que aún no se salga a comer afuera. “Si uno se reúne con amigos, debería ser una mini reunión. Si quiere salir, lo mejor sería que fuera al aire libre, pocas personas, manteniendo una distancia prudencial. Si vas a un lugar donde hay muchas mesas es difícil mantener la distancia”, dijo.
La opinión de la experta sobre lo difícil que es mantener la distancia de dos metros entre mesa y mesa exigida por el protocolo coincide con la realidad de la mayoría de los mercados visitados en mi recorrido. Pero dentro de la minoría, hay que destacar el Mercado Agrícola de Montevideo (MAM): allí se acordonó la zona de la plaza de comidas y las mesas están a más de dos metros de distancia. También se cuida el espacio entre los comensales de la misma mesa con un diseño que indica dónde debe sentarse cada uno y personal controla la entrada y salida para evitar aglomeraciones. Los limpiadores están constantemente recorriendo el lugar.
La correcta separación entre las mesas es algo que también logró muy bien el Mercado del Puerto, aunque corre con ventaja de que muchos locales aún no abrieron al público y eso facilita la circulación y disposición de cada espacio.
Lo del viaje en el tiempo que mencionaba al principio lo viví en el Mercado del Inmigrante: hay mucho que mejorar en cuanto a separación de mesas, alimentos al alcance de la gente sin estar envueltos o tapados y, sobre todo, falta de higiene en el baño. Fui a las 14 horas y volví sobre las 17 para una segunda chance, pero se mantuvo la experiencia, incluso empeoró con la nueva visita al baño.
¿Comida sin envoltorio o sin tapar expuesta al alcance de la gente? Está más allá de la pandemia y según Pereira debería ser un no rotundo “aunque no hubiera coronavirus”. En los otros lugares visitados no volví a ver que ocurriera esto. Los alimentos estaban detrás de vitrinas o envueltos.
Con respecto a la limpieza, la infectóloga sostuvo que “uno tiene que ser el cuidador de uno mismo; si ve que el lugar no está prolijo, se tiene que ir”.
En este aspecto, los aplausos van para el MAM y el Mercado del Puerto. Los baños, por ejemplo, tienen constantemente una persona para la limpieza y cada vez que fui encontré el piso recién higienizado, así como piletas, puertas y cisternas.
Si la decisión es salir a comer afuera, hay que saber entonces que más allá de las medidas que, finalmente se cumplan o no en cada establecimiento, cada uno es responsable de cuidarse: usar tapabocas, lavarse las manos, respetar distancias, evitar sitios cerrados y aglomeraciones. Recomendaciones repetitivas, pero tan necesarias.
El protocolo para la reactivación de la actividad gastronómica fue aprobado por el gobierno nacional a fines de junio y se actualizó a comienzos de julio.
Hay medidas que son dirigidas al personal de los establecimientos como, por ejemplo: usar obligatoriamente la mascarilla, controlarse la temperatura corporal al ingresar, no apoyar objetos personales en ninguna superficie hasta llegar al vestuario, mantener sus uniformes limpios lavándolos a diario, tener siempre alcohol en gel a disposición, contar con personal de limpieza permanente.
Hay otras medidas dirigidas hacia los clientes, como que siempre deben respetar la distancia de 1,5 metros con otras personas, deben esperar a que se desinfecte mesas y sillas si otros recién se retiraron e ingresar de a uno a la vez a los baños.
En cuanto a las disposiciones locativas, tiene que haber alcohol en gel, las mesas deben estar separas por al menos dos metros, se deben reforzar las medidas de higiene en todo el lugar, incluido, por supuesto, el baño, las barras o mostradores con permanencia de público, se deberá tener una mampara y los alimentos al alcance del público deben estar envasados.
Tapabocas: un punto a mejorar en varios lugares.
La infectóloga Susana Pereira recordó que lo más importante para evitar el contagio de COVID-19 es lavarse las manos y mantener la distancia social. Luego, en tercer lugar, ubicó el uso del tapabocas, algo que está contemplado en el protocolo para la reactivación del área gastronómica.
Es evidente que en el caso de restaurantes, cafeterías o mercados, el comensal puede quitarse la mascarilla para comer, pero en relación a los empleados, el protocolo aprobado por el gobierno lo expresa de manera contundente: deben usar obligatoriamente barbijo.
Mozos, parrilleros, quien cobra en la caja, los limpiadores. Todos, absolutamente todos los empleados, de acuerdo al protocolo, deben usarla. Y eso es algo que en mayor o menor medida vi incumplir en todos lados. En general, los trabajadores usan tapabocas, pero hasta en los lugares más prolijos siempre alguno rompía la regla.
Saliendo de lo general, hubo lugares en que la regla parecía ser no usarlo. Si hay un lugar que merece la pena destacar como el que mejor cumple esta medida es el Mercado del Puerto. ¡Aplausos para los asadores que ni el calor ni el sudor de estar al lado del fuego durante horas les valió como excusa para no cuidarse y cuidar al resto! Aquí, además, la presencia de dispensadores de alcohol en gel es notoriamente mayor que en otros lugares.
“Si yo voy a un sitio donde el que está cocinando no tiene tapabocas, me tengo que ir. Porque si no se puso tapabocas, eso puede querer decir que tampoco se lavó las manos o que tampoco respeto las distancias”, recomendó Pereira.
Nota original: El País.