Si un runner sabe hacia dónde va, poco a poco la desmotivación se va yendoEstoy corriendo, pero, ¿para qué?
La motivación es «el ensayo mental preparatorio de una acción para animar o animarse a ejecutarla con interés y diligencia». Pero este impulso mental –suficiente para iniciar casi cualquier actividad– puede perderse y con él las ganas de moverse, de hacer cosas. Para que esta fuerza en movimiento no se disipe es necesario emplear técnicas que reafirmen el propósito, la visión, la confianza y el compromiso.
Cuando uno tiene una motivación concreta como bajar de peso o cambiar determinados hábitos es más fácil encontrar ese impulso, esas ganas de salir a correr. Algunos runners suelen desmotivarse justamente por la falta de metas o por no cumplir con el entrenamiento previsto. Nada en exceso es bueno y muchas veces, a medida que se va avanzando en este deporte, es aconsejable realizar una auto-evaluación para determinar cómo se siente uno, y en caso de ser necesario modificar parte del entrenamiento.
Si un runner sabe hacia dónde va, poco a poco la desmotivación se va yendo.
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Los objetivos centran la atención, movilizan el esfuerzo y la constancia al proporcionar incentivos. También ayudan al desarrollo de nuevas estrategias de aprendizaje. Nunca hay que pensar en el final, sino que se debería pensar en algún lugar placentero, una inteligencia práctica mayor a la de las personas que no realizan ningún tipo de actividad física. También es inteligencia poner esas capacidades al servicio del entrenamiento.
¿Cómo se manejan el diálogo interno y los pensamientos negativos?
Siempre que una persona piensa sobre algo está hablando consigo mismo. El diálogo interno puede adoptar una forma positiva o negativa. El diálogo interno positivo potencia la autoestima, la motivación, el foco de atención y el rendimiento. Ayuda a centrarse en el presente y a evitar que la mente divague.
«Puedo hacerlo», «Aguanto un poco más». Este pensamiento responde a un componente motivacional. Los pensamientos negativos, en cambio, son auto-degradantes y críticos, dificultan el logro de objetivos, inducen a la ansiedad, producen dudas y descenso de rendimiento. «No puedo con esto». «No voy a llegar».
¿Qué hacer para que el cuerpo no se apague?
Aumentar el ritmo respiratorio
El control de la respiración y la concentración en la misma producen energía y reduce la tensión. Las respiraciones profundas y cortas tienden a activar y acelerar el sistema nervioso. Junto al ritmo de respiración, quizá algunos necesiten decir «energía dentro» en cada inhalación, y «fatiga fuera» en cada exhalación.
Obrar con energía
A veces, cuando una persona se siente lenta y sin vigor, actuar con energía puede ayudar a recuperar el nivel de vitalidad. A muchos deportistas les gusta saltar a la cuerda o correr un poco justo antes del comienzo de una competición para eliminar el «cosquilleo del estómago».
Utilizar palabras de ánimo y afirmaciones positivas
Cuando uno cree que no podrá lograr el objetivo que se había propuesto, conviene recurrir al lenguaje y usar palabras como «fuerza», «adelante», «resistí», «puedo hacerlo».
Recurrir la música
Escuchar música con ritmo cuando se está haciendo ejercicio físico puede provocar entusiasmo y emoción.
Utilizar técnicas de visualización y energizantes
Un corredor puede visualizar un ciervo corriendo velozmente por el campo. Eso dará energía extra y mantendrá la mente ocupada.
Fuente: Tania de Tomas