Kitesurf, el deporte que hace furor en Punta del Este

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Por su facilidad para trasladar el equipo y aprender a usarlo, por la velocidad que toma de inmediato y la emoción que produce, la disciplina creció exponencialmente y se volvió un deporte que hace furor en las playas del Este.
Primo hermano del windsurf, se practica sobre una tabla más chica con buen soporte para los dos pies y una vela en forma de medialuna que remonta vuelo como un barrilete, logrando a veces que el surfista salte hasta dos o tres metros fuera del agua, dé vueltas en el aire y vuelva a caer cambiando o manteniendo la dirección original, lo que le da una mayor cuota de adrenalina a ese deporte.Por el parentesco entre ambos deportes, sobre la Laguna Garzón se ubica la escuela “Kite & Windsurf Laura” de la argentina Laura Monino, nacida en Avellaneda y licenciada en Producción Agropecuaria de la Universidad de Buenos Aires (UBA), quien se radicó en José Ignacio hace más de 20 años.

«Empezamos con una escuela de windsurf, alquiler de tablas y guardería a orillas de la laguna de José Ignacio en un terreno municipal y crecimos tanto que los vecinos se quejaron y tuvimos que mudarnos», contó a Télam Monino.

Ya en terreno propio, la mujer da clases, tiene un grupo de entrenadores y además instaló un simpático barcito, con horno de pan y jugos naturales, que bautizó ”Barzón”, jugando con el nombre de la laguna.

Uno de los lugares que prefieren los que practican ese deporte es la lengua de agua dulce de la Laguna Garzón, que se interna en la playa y muere entre los médanos creando un paisaje sugestivo que combina monte ribereño en distintos verdes, el azul profundo del lecho de agua dulce, arenas blancas y, del otro lado, las fuertes olas del mar.

Es un lugar paradisíaco, que parece no haber sido descubierto por el hombre hasta que, cuando baja el sol, empiezan a verse, dibujadas en el cielo, las velas de kitesurf, que lo salpican como medialunas de colores.

Otra de las escuelas que está en la zona es “Kitesurf Uruguay”, que marca su presencia con coches color fucsia y un remolque decorado con surfistas barrenando enormes olas, que funciona como oficina y lugar de reparo para entrenadores y alumnos.

«No hay edad ni sexo para hacer este deporte. Cobramos 80 dólares la hora con entrenador y también ofrecemos el curso a 450 dólares, con la posibilidad de tomar todas las clases que se necesiten y en los horarios y días que a los alumnos les convengan”, dijo a Télam Diego Varela, responsable de la escuela desde hace 17 años.

La experiencia de Varela es que los alumnos que se entusiasman con ese deporte: «Aprenden rápido y luego se compran su propio equipo, que cuesta usado y en en muy buen estado unos 1.500 dólares y nuevo unos 3.000», precisó.

Atractivo para practicarlo, el kitesurf también resulta pintoresco para ver, ya que la danza de las velas que saltan por el aire al compás de los surfistas transforman el paisaje en algo particular y poco habitual tanto para los turistas como para los pobladores de la zona, que se acercan a disfrutar de maravillosos atardeceres en las costas esteñas.

Fuente: Telam.com.ar

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