El adiós a Eduardo Galeano

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El escritor y periodista uruguayo Eduardo Galeano murió este lunes a los 74 años en una mutualista de Montevideo, confirmaron a El Observador allegados a la familia.Galeano fue ingresado en un centro hospitalario debido al agravamiento de su estado de salud en los últimos días, luego de una de las muchas recaídas que había sufrido últimamente después de haber sido intervenido en 2007 de un cáncer de pulmón.

El escritor había dejado preparado para su publicación un texto inédito que quería se publicara luego su muerte. La editorial Siglo XXI preparará la publicación, probablemente para mayo, que aparecerá simultáneamente en España, México y Argentina.

Este jueves estaba prevista la presentación en España de «Mujeres», un libro-antología de los mejores textos del escritor sobre las mujeres con relatos sobre personajes como Juana de Arco, Rosa Luxemburgo, Rigoberta Menchú, Marilyn Monroe y Teresa de Ávila.Entre sus obras más destacadas se encuentra el ensayo Las venas abiertas de América Latina, publicada en 1971, el cual ha sido traducido a varios idiomas y se ha convertido en un ícono entre las obras de la región.Galeano ha tenido un fuerte perfil político vinculado con la ideología de izquierda. De hecho, en las elecciones internas de 2014, había manifestado que votaría a la candidata Constanza Moreira.»Nuestra irreal realidad política me obliga a decir y a repetir, con alma y vida, que yo apoyo al movimiento que cuenta en sus filas con tanta gente capaz de seguir siendo joven, por siempre joven, aunque pasen los años», expresó Galeano en una carta envió en ese momento a la oficina electoral de Soriano.El escritor fue tomado como ejemplo de la literatura local, en especial por los frenteamplistas, quienes lo consideran uno de sus principales referentes culturales. Tan es así, que durante la campaña del año pasado el Partido Nacional anunció que si llegaba al gobierno no permitiría que solo se promocionara a Mario Benedetti o a Eduardo Galeano como ejemplos de las letras uruguayas. “En los últimos años la cultura oficial ha reducido el cultivo de nuestra propia tradición cultural y lo ha sustituido con una fuerte insistencia en unas pocas figuras: Torres García y Figari en las artes plásticas (dejando de lado al Figari pensador), Benedetti y Galeano como representantes de las letras contemporáneas”, sostenía el programa de gobierno blanco, e indicaba que, de llegar al poder, daría paso a las nuevas generaciones.Galeano debutó en el periodismo a los 14 años, y también dibujaba caricaturas políticas.

Fue redactor jefe del semanario «Marcha» (1961-1964), director del diario «Época» (1964-1966) y director de publicaciones de la Universidad de la República (1964-1973). Al comienzo de la dictadura, Galeano se exilió en Buenos Aires, donde fundó la revista «Crisis», que también dirigió. En 1976 continuó el exilio en Barcelona. Su regreso a Uruguay se produjo en 1985, una vez restaurada la democracia.

Galeano era amante del fútbol y eso lo plasmó en «El fútbol a sol y sombra» (1995).La editorial Siglo XXI dedicó unas palabras a la muerte de Galeano y se remitió a describir un momento específico de su vida, durante una presentación del escritor en junio de 2012 en Madrid.El texto describe la convulsión que generaba Galeano, quien «sobre un improvisado estrado, con voz pausada y tono calmo, iba desgranando historias que, con inusitada suavidad, condenaban con excepcional dureza todas las injusticias del mundo».»Allí, delante de todos, había una persona que nos conmovía, en el sentido más literal del término, no porque dijese cosas bonitas, sino por la suave firmeza con la que aquellas palabras, hermosas sin lugar a dudas, despertaban en el público la conciencia de lo que muchas veces pensamos y no nos atrevemos a decir. Porque allí delante había un Ser Humano, con mayúsculas, que con delicada firmeza denunciaba la injusticia para con el otro, ese otro siempre olvidado porque, marginado de toda condición, queda recluido en alguna periferia…», agrega el mensaje de la editorial.Recuerda el modo sosegado en que hablaba el escritor, en prosa directa y sencilla. «Porque para que a uno le oigan no es necesario gritar, basta con tener razón. Y Galeano la tenía», termina el texto.
Narrador, periodista, ensayista. Se inició, adolescente, en el oficio periodístico, con caricaturas firmadas con el seudónimo Gius -que reproduce gráficamente en español la pronunciación inglesa de su apellido paterno Hughes, desechado en sus otras producciones- y textos precoces -incluidas crónicas de arte- que apenas antecedieron o acompañaron el desempeño de la secretaría de redacción en el semanario socialista El Sol (1955) y en Marcha (1961-1964) y la dirección del diario independiente de izquierda Época (1964-1966). En todos estos medios se reveló por el brillo y la sorprendente madurez de su escritura. En 1973 se exilió en Buenos Aires donde fundó y dirigió la revista Crisis. Más tarde residió en España, entre 1976 y 1985, antes de su regreso a Uruguay. Una breve novela -Los días siguientes (1963)- y un libro de cuentos -Los fantasmas del día del león y otros relatos (1967)- cimentaron su primer período literario, entre un reconocible escenario montevideano, conflictos existenciales, la ascendencia de Césare Pavese, cierto nihilismo onettiano, la referencia a episodios extraídos de la realidad inmediata y, sobre todo, el establecimiento de atmósferas sutiles, contenidas, a veces líricas, y variadas estructuras. Los cuentos de Vagamundo (1973) confirmaron las condiciones del narrador, su capacidad de inventiva y proyectaron, con sensibilidad, una línea de ensamblaje de la historia social, el mito y la leyenda. La canción de nosotros (premio Casa de las Américas, 1975) se inscribe en la misma orientación abastecida de lo ficticio y lo testimonial. A principios de esa década y en la anterior había dado a conocer en el quehacer periodístico: China, 1964, crónica de un desafío (1964), Guatemala, clave de Latinoamérica (1967), Reportajes (1967) y Crónicas latinoamericanas (1972). También publicó Las venas abiertas de América Latina (1970), -su ensayo más difundido, reeditado y traducido a cerca de 20 lenguas-, ambicioso proyecto en el cual, según declaró más tarde, quiso «explorar la historia para impulsar a hacerla-. En Días y noches de amor y de guerra (premio Casa de las Américas, 1978) vertebró recuerdos, anécdotas y noticias, en breves narraciones despojadas, cálidas en su intimidad y eficaces en su impacto comunicativo. El proceso de desborde o condensación de géneros literarios, con un mayor acento épico, culminó en la trilogía Memoria del fuego: Los nacimientos (1982), Las caras y las máscaras (1984) y El siglo del viento (1986). Entre varios importantes premios recibió el American Book Award (Washington University, 1989). Otros libros: Conversaciones con Raimón (1977), Contraseña (1986), El libro de los abrazos (1989), Nosotros decimos no (1989), Ser como ellos y otros artículos (1992), Las palabras andantes (con grabados de J. Borges), El fútbol al sol y sombra (1995), Patas arriba. La escuela del mundo al revés (1998).

Fuente: elobservador.com.uy

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