Algo mutó en Punta del Este, el bastión de las RR.PP. Tribus y cofradías vuelven a reunirse aquí, pero esta temporada-la más exitosa contra todos los pronósticos-, se imponen códigos radicalmente nuevos. La híper segmentación del ocio al poderNatalia Sammartano y Horacio Macchi practican tai-chi recortados contra el sol.Foto:Mauro Rizzi
llaman evolución y algunos hasta insinúan un cambio del paradigma veraniego, en un enclave que, guste o no, nunca deja de ser VIP y cosmopolita. Lejos del vértigo y las modas (que aquí ya nadie sigue), ahora el acento está puesto en la pausa y las experiencias preferenciales, en lo auténtico. Lo real desdibuja al show off y a la vidriera. El poder del disfrute es diurno y la diversión por las noches se acorta; reina la comida saludable y orgánica (con el acta de defunción del clásico chivito y los tragos con alcohol durante el día para los adultos), y el deporte ya no se ciñe solo a las mañanas. En la playa, el yoga, la meditación y la elongación destronaron a las exposiciones al sol del ocio sedentario o del dolce far niente. Quien no elonga, lee y quien no lee, emprende caminatas por la orilla.
Pero la marca que distintigue el cambio, en un balneario de tradición festiva, la anota una selectividad en la asistencia a eventos inédita hasta ahora. Casi todo está signado por un radio de desplazamiento local, donde la cercanía incluye o expulsa a la asistencia y donde la energía y el decir «acá estoy» ya no se les regalan a ninguna marca, solo a los amigos o a las manifestaciones artísticas de probada calidad. Cualquiera sea su gramática.
Al cambio de hábitos se suma el sabor por la exploración: saltearse el amontonamiento en los paradores de moda e ir por el desembarco en playas inhóspitas, que aquí despliegan su magnetismo en Rocha, inmediatamente después del nuevo puente circular de laguna Garzón, un ícono del uruguayo Rafael Viñoly que atrae selfies y extiende el circuito del running y el bicycling.
Solo las distancias a esos «enclaves secretos» rompen con la usanza de evitar el auto, para colonizar paisajes en cuya arena se imprimen las propias huellas (y las de los amigos) y no las del montón.
Los nuevos comportamientos podrían sintetizarse en rutinas con mucho menos ruido y más vida interior y en programas elegidos a la medida de cada uno. Nada de seguir a la manada. La híper segmentación del ocio, con sus miles de piezas cual mecano, conforma hoy el nuevo lenguaje esteño.
Si las vacaciones aquí supusieron hasta ahora una suerte de repechaje, donde se hacía (y se salía) todo lo que no se podía durante el año, esa ecuación mutó de forma radical. El tiempo libre se abre al sosiego, al relax auténtico y de calidad, con el imperativo de que menos es más. Anónimos y conocidos consolidan la tendencia: pese a ser invitados a una seguidilla de fiestas, el empresario Alan Faena y su mujer Ximena Caminos nunca salieron de su chacra marítima en La Juanita, Tierra Santa. La opción para compartir fue solo entre amigos cercanos, en contadas comidas en el hogar. La lista es larga. Nuria Quintela, Federico Álvarez Castillo y Lara Bernasconi, incluso Marcelo Tinelli, quienes solían dejarse ver en algún agasajo o en Tequila, optaron este año por un ostracismo casi total.
Sin precintos
«Las prioridades han cambiado respecto del tiempo y energía que uno le dedica a los lugares a los que va. Eso irrumpió claramente este verano», apunta Gaby Prada, de la agencia de RR.PP. Socialité, de creciente gravitación en el Este. «Las marcas tuvieron que apostar a experiencias y contenidos diferenciales ya que el público se ha vuelto muchísimo más selectivo respecto de a qué eventos ir, dónde se hacen, quiénes irán y qué aportan de atractivo, lo cual incrementa el desafío para todos. Ya no es como antes: hay un evento y me muero por ir o ver que pasa allí. La apuesta individual es a lo seguro y la lógica se invirtió: depende de qué me proponen, yo elijo el evento al que iré».
Hasta los precintos del «ábrete sésamo» quedaron démodé: Lacoste innovó con una elegante tarjeta plateada y descolocó a los que vinieron después.
Salvo por la fiesta de blanco de Chandon y el agasajo sibarita de Citi Taste, con cierre antológico de Maxi Trusso cantando bajo una artillería de fuegos artificiales para disfrute de todos en Manantiales, no hubo citas que fueran, en los hechos, grandes hitos del deseo. «Hubo poco y muy medido, ya que nadie predijo que la temporada sería tan buena», se sinceró un gerente de marketing cuyo evento de marca se incluyó a último momento en el calendario esteño. «Lo selectivo se alinea hoy más que nunca con lo que es la esencia de uno», analiza Wally Diamante, del Grupo Mass. «Es imposible que a todos les guste Tequila o la invitación de una marca a disfrutar del atardecer bailando en una playa. A unos les gusta la experiencia gastronómica bajo la luz de la luna, a otros una fiesta electrónica, y otros ni se moverán si no les proponés algo único. Antes, todos se subían a un mismo micro fuera donde fuera, hoy ya no». Wally observó, además, un cambio de humor. «Si hay algo para enfatizar es que ahora se disfruta sin culpa. Lo vi mucho en la fiesta de los empresarios: la de Fiat. Antes se escondían más porque divertirse no estaba bien visto. La otra constante es que todo se acortó: es puntual, intenso y termina temprano».
Comer a conciencia
Si bien en Buenos Aires es una tendencia, hasta ahora no había desembarcado en el Este. En parte porque la mayoría le reconoce una gastronomía de excelencia. Pero lo cierto es que la comida vegetariana, orgánica, cruda y hasta vegana ha abierto aquí los vasos comunicantes con la smart nutrition, inaugurada en Berkeley por Alice Waters con su Café Chez Panisse. Y no necesariamente entre los vegetarianos, sino entre carnívoros que en vacaciones se animan a explorar otro tipo de alimentación.
La punta de ese ovillo asomó en José Ignacio, con la irrupción de Rincón Verde Natural & Organic Market, un restó sin estridencias, con todo tipo de jugos verdes y detox, platos crudos con fideos de zuccini, patés de castañas o de semillas activadas sobre pepinos y postres raw. El reducto, híper concurrido, abastece además a los hogares con frutas y vegetales de producción familiar: kale, verdes, frutos rojos, diez tipos de tomates, bayas de goji, aceites o leche de almendras, especias y frutos secos, semillas y raíces de cultivo local sin pesticidas.
A la tendencia la empujaron los europeos, que demandaban otro tipo de alimentación. Dalia Cohn, quien vivió 20 años en Los Ángeles y se formó en el método Clean con Alejandro Junger, recogió el guante. Allí despliega su arte raw en verdaderos platos de autor. También atiende los pedidos de una vegetariana consumada como Julieta Kemble o le explica a Adrián Suar y a Griselda Siciliani la diferencia entre el kale lacinato y el curly. Mientras tanto, ellos eligen uno a uno los tomates black, las berenjenas, el mango y las zanahorias que El Chueco usará esa noche para agasajar a sus amigos, muy lejos de los flashes. Hay mucho de ese volver a las fuentes en el Este: no importa cuán acaudalado o exitoso uno sea, ya no se delega tanto en otros la elección de lo que se comerá. «Para muchos, volver al mercado es un programa en sí», dice Cohn. «No se detienen en los negocios, pero sí están muy pendientes de qué alimentos de calidad les servirán a sus invitados».Sol Aguilar y Valentina Moisseva, disfrutando de José Ignacio.Foto:Santiago Hafford
Relajar y conectar
Isabella Channing es una neoyorkina, profesora de yoga jivamukti en los Hamptons. Pero este verano se instaló en Punta del Este para atender la demanda creciente del yoga. Esa disciplina copó las playas con todas sus variantes: desde ejercicios de elongación y meditación a posturas acrobáticas, el arte de la relajación mente-cuerpo ha contagiado a miles de entusiastas. A la mañana o al atardecer se arman clases espontáneas como las que improvisa la colombiana Bella Abadi, una agente de Sotheby´s Realty que en sus pausas laborales saluda al sol e invita a practicar posturas yogui a quienes quieran sumarse.
Despojado de todo corset, así de irreconocible está el Este. El poder aparece redireccionado hacia un solo lugar: la capacidad de elegir de los veraneantes para que las vacaciones vuelvan a ser un tiempo de solaz, a la medida de cada uno.
Paradigma 2016: Las 10 claves
Este es el verano de la libertad en el Este. Cada cual hace lo que más le gusta y no se siguen modas ni imposiciones de ningún tipo.
1 Salidas
Selectividad en los eventos. Son más breves, intensos y acotados en horarios.
2 Comportamientos
Lo slow reemplaza al vértigo de las antiguas maratones esteñas.
3 Desplazamientos
Radios locales; se evitan las grandes distancias en auto.
4 Playas
Se busca explorar lugares «secretos» en Rocha, que es la única excepción para hacer muchos kilómetros manejando.
5 Bebidas
Licuados verdes y jugos detox.
6 Smart nutrition
Alimentos naturales, orgánicos, raw food, de producción local.
7 Volver a las fuentes
Hacer uno mismo las compras, en tiendas y mercados orgánicos.
8 Relajación
Tai-chi, yoga, meditación y elongación en la playa.
9 Deportes
Caminatas, running, bicycling a toda hora.
10 Deportes acuáticos
paddle-surf y kite-surf.
LANACION