Esas playas uruguayas que (todavía) son para pocos

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Cerca del epicentro de Punta del Este existen opciones menos concurridas y que mantienen la mística intactaEntre las dunas, a la altura del complejo Laguna Escondida, está el parador Cher Diego Lima

PUNTA DEL ESTE.- Entre los veraneantes más antiguos de Punta del Este, los que eligen desde hace dos o tres décadas las arenas uruguayas porque fue amor a primera vista, abundan los recuerdos de unas playas kilométricas, de dunas inmensas y una excitante soledad. De un Manantiales lejano y un exótico lugar llamado José Ignacio, pueblo de pescadores que prometía largas extensiones de campo y mar. Hoy, el paisaje cambió drásticamente: Manantiales es el eje de la movida -sus playas, Bikini y la playa del parador Negroni, estallan de gente, y de noche los bares y restaurantes concentran la oferta gastronómica- y José Ignacio es un paso obligado para todos los veraneantes que no quieran perderse el desfile de tendencias, el vaivén para ver y ser vistos con el Faro y su imponente escenario marítimo de testigos. A este paisaje cosmopolita y glam tan distinto del original, este verano hubo que sumarle un aluvión de visitantes muy superior al de los últimos años, y el regreso del malón de argentinos que, con el fin del cepo cambiario, no dudó en elegir el Este por cercanía y tradición.

En los primeros días de enero entró un 15% más de argentinos que el año pasado, la segunda quincena no marcó una baja abrupta en la ocupación como otros años -los hoteles registran más del 70%- y febrero trae una agenda de eventos cargada, muy elocuente sobre la demanda. El gran desafío para los que buscan en el balneario uruguayo la tranquilidad que lo diferencia de las costas argentinas es, entonces, encontrar playas alejadas del ruido, pero no por eso menos paradisíacas.

«Fue una temporada muy buena. Todavía hay mucha gente, está todo lleno», cuenta Sofía Neiman, dueña del restaurante de pizzas a la parrilla Tutta, punto de encuentro imprescindible para el after beach en José Ignacio. «Se espera mucha gente para el fin de semana de Carnaval y el 18 de febrero habrá una feria gastronómica en la plaza de José Ignacio de la que participarán todos: Francis Mallmann, La Huella, Jean Paul Bondoux y Manolo con los sándwiches de milanesa», adelanta.

Para abstraerse de las multitudes de La Brava de José Ignacio, Sofía y su familia eligen la playa La Juanita, ubicada antes de llegar a la rotonda que ingresa al pueblo, menos popular y una garantía para estar tranquilos. Suelen dejarse ver por esas arenas los Tinelli, Andrea Bursten y otros famosos.

«Este año hubo mucha más gente y todos debimos ir a la búsqueda de nuevas playas si queríamos estar tranquilos y con menos amontonamiento. Y eso llevaba a caminar y encontrar nuevos lugares», cuenta Ana Astudillo, que llegó el 15 de enero y asegura que «es una de las mejores temporadas en los últimos diez años». «Es cierto que los eventos convocantes o los de empresas ya pasaron, pero hay muchos eventos privados y para ir a la mayoría de los restaurantes de Manantiales y José Ignacio es necesario hacerlo con reserva, cosa que la temporada pasada no ocurría», admite.

Las opciones en un balneario que comienza en la laguna del Sauce y sigue hacia un este que parece interminable son muchas. Aún más ahora, con la inauguración del puente de Laguna Garzón, que une José Ignacio con Rocha, el enclave que se perfila como fenómeno para los años venideros y ya convoca desde sus playas solitarias. Ana Astudillo y su familia, por ejemplo, eligen recorrer la península en busca de playas distintas para pasar sus días de veraneo en vez de concentrarse en las más convocantes: «En general a la mañana vamos a las playas de La Brava, y apuntamos a paradas sin gente como es el caso de la parada 22, con un acceso brutal y no muy conocida. Para el lado de La Mansa, un lugar único adonde nos gusta ir a visitar amigos es Marina del Este. Los atardeceres por esos lados son increíbles. Cuando vamos para allá, una de las playas más lindas es la de Tío Tom». Tanto Marina del Este como Tío Tom son complejos ubicados en la zona de Sauce del Portezuelo, un verdadero paraíso de bosque y mar que vale la pena visitar. Se encuentran pasando la famosa playa nudista Chihuahua, junto a otra recomendada, Bahía del Pinar. Allí, el atardecer con aroma a pinos es una postal impagable.

Los favoritos y alejados

Para evadirse del furor de la primera quincena, Rocío Tomsic y su marido, César Crusco, llegaron a Punta del Este desde Tucumán el 16 de enero. Sin embargo se sorprendieron con la cantidad de gente, sobre todo en la zona de Manantiales. «Vimos mucha más movida ahí que en La Barra. Bikini estaba imposible. Por eso elegimos las playas de Punta Piedras y en La Mansa, Sauce del Portezuelo», explica.

Hubo quienes directamente prefirieron instalarse en las cercanías de Punta del Este, como Punta Colorada, la zona cercana al Pan de Azúcar y Piriápolis. Pero hubo otros trucos: el dramaturgo Ignacio Apolo «hizo tiempo» en Colonia y el Balneario Santa Ana para desembarcar en Punta recién los primeros días de febrero, con la esperanza de encontrarla solitaria.

Punta Piedras es otro favorito de los veraneantes que buscan paz. Mientras la masa se instala en Montoya de La Barra y el parador de Negroni cautiva con su música y juventud, un par de kilómetros más al Este está el Balneario Buenos Aires, elegido mayormente por las familias. «Con el mismo escenario de Manantiales, menos gente y playa linda», dice Ana Astudillo, quien también suele elegir La Mansa de José Ignacio en detrimento de La Brava porque la considera «mágica».

Otros secretos

Pero José Ignacio también tiene otros secretos. Desde la concurridísima zona de La Huella se puede seguir caminando hacia el Este y el tumulto va quedando atrás para dar paso a una arena casi virgen. Casi, porque a tres kilómetros, oculto en las dunas a la altura del complejo Laguna Escondida, está el parador Cher, que este verano fue la alternativa para los que aman La Brava de José Ignacio, pero cuando está despejada y se escuchan las olas. Aunque tuvo días de mucha concurrencia porque María Cher fue la anfitriona de algunos eventos, es una de las playas despojadas preferidas de los veraneantes de siempre porque tiene servicios (baños y un bar que este año estuvo en manos de Crêpas, el hit del verano).

Para playas exclusivas, un poco más allá, en el kilómetro 187 de la ruta 10, justo antes del cruce a Rocha, hay un escenario imperdible para disfrutar de la arena y la intimidad. Una laguna es la vía de acceso al restaurante La Caracola, de Martín Pittaluga, en cuyas playas pudo relajarse este verano sin ser captada por ningún paparazzi la bellísima Naomi Campbell.

Claudio Zafarani, dueño de Garcon García, estuvo en Punta del Este desde las Fiestas y pudo ver cómo evolucionó la temporada. «Esta temporada se extendió hasta fin de mes, algo que no ocurría desde hace varios años. Por ejemplo, estos últimos días pudieron verse los restaurantes más importantes de La Barra y Manantiales completos, como durante casi todo enero. Creo que esto también se debió a que hubo una pequeña devaluación en el peso uruguayo en lo que respecta al año anterior y los precios no subieron en la misma moneda», analiza.

La cantidad de turistas en las playas también lo obligó a buscar lugares menos concurridos y fue uno de los que prestaron atención al fenómeno de las playas del Este: «Fue interesante para muchos redescubrir Punta del Este y encontrar otras alternativas como Laguna Garzón, La Caracola y las playas de Rocha, donde uno podía conectarse con la tranquilidad y la naturaleza de estas increíbles playas».

LA NACIONSábadoVerano 2016

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