Hablar en público es una de las experiencias más difíciles de atravesar. Muchas veces aparecen síntomas inesperados como sudoración, respiración agitada, garganta seca o cerrada, balanceo corporal, enrojecimiento facial, angustia, mente en blanco, y lo peor de todo: ganas de salir corriendo.Pero a no preocuparse. Todo esto es normal y se puede controlar y superar ¿Cómo? Entrenando. Nadie puede llegar a tocar un instrumento musical satisfactoriamente sin practicar. Lo mismo ocurre al hablar en público. La diferencia es que el instrumento somos nosotros mismos. Algo que nos puede ayudar es prepararnos como lo hacen los actores. Con la misma relajación, con la misma concentración, con el mismo análisis y conocimiento de la escena y del texto, con el mismo respeto por el público, con la misma sinceridad y con la misma pasión.
10 consejos para tener en cuenta antes de abordar el acto de hablar en público
– Preparación previa: a mayor preparación, mayor seguridad y menor miedo escénico. Cuanto más sudemos en la preparación menos sudaremos en la exposición.
– Respiración: aunque parezca obvio, no debemos olvidarnos de respirar. Lo habitual es que en situaciones de tensión dejemos de hacerlo y eso hace que nos paralicemos. Respirá honda y profundamente desde el abdomen y aguantando la respiración hasta que tu corazón funcione a la velocidad adecuada. Esto permitirá que te relajes y durante el discurso no canses las cuerdas vocales y puedas hablar largamente.
– Concentración: enfocá tu atención lejos de tus propios miedos o preocupaciones y concentrate en tu tema y tu público. Dejá fuera de nuestra mente todo aquello que te pueda molestar y que no necesites para transmitir tu mensaje. No podemos disociar cuerpo y mente. Cualquier pensamiento se refleja en nuestro cuerpo y nuestra actitud postural y, por consiguiente, en aquello que debemos comunicar.
– Relajación: para dejar la mente en blanco y concentrarse el primer paso es relajarse. Hacé una relajación activa que te disponga para la jornada liberando tensiones innecesarias.
– Registro personal: conocé con que instrumento contás (cuerpo, mente, emociones), en que estado está y que necesitás hacer para ponerlo a punto antes de abordar el acto de exponer en público.
– Ser verdaderos: trabajá desde la verdad, hacelo desde tu propia personalidad, no trates de imitar a otros o adquirir gestos o posturas que no te son propios. Es necesario sentirse cómodo para comunicar y el mejor punto de partida es uno mismo.
– Ensayo: practicá haciendo la presentación en voz alta. Ensayá con otras personas. Pediles devolución y preguntas.
– Momento personal: llegá con anticipación y retirate a un lugar apropiado para prepararte. Es el momento de ponerte cómodo.
– Dominio escénico: antes de empezar apropiate del espacio, hace una recorrida, proba sonido e imagina al auditorio. Si es posible, ensayá en el lugar.
– Confianza: esto es lo más importante de todo.
Fuente: Apertura