Consejos prácticos y juegos educativos para acompañarlos
Por María Eugenia Vilardo, licenciada en Psicomotricidad, eugenia.vilardo@gmail.com
Los niños con déficit atencional (ADD) son niños con desórdenes a nivel de la atención que pueden estar asociadas o no con la hiperactividad. El problema se focaliza en las dificultades que tienen para concentrarse y atenderLa problemática del déficit atencional no sólo afecta al niño, sino que repercute en el núcleo familiar. Las manifestaciones que se generan a nivel cognitivo, a nivel de las emociones y de las conductas le ocasionan al niño conflictos con su medio. Lo que en general perturba a los padres es que el niño presenta dificultades para seguir instrucciones, no hace caso. Es que en general estos niños presentan dificultades para mantener su atención, parece que no escucharan cuando se les habla; con frecuencia pierden los útiles del colegio, fallan a menudo en prestar atención a los detalles, se olvidan de las cosas, son desordenados y suelen cometer errores en las tareas escolares.
¿Qué es el déficit atencional?
Se lo define como un trastorno de la conducta, de origen neurológico, crónico, que puede interferir con la capacidad de un individuo para inhibir la conducta: impulsividad. También interfiere con la capacidad de funcionar con eficiencia en actividades orientadas hacia un objetivo: falta de atención. Y provoca dificultades en la regulación del nivel de actividad adecuado de acuerdo con su edad: hiperactividad.
El ADD se define a partir de la dificultad que tiene los niños en poder focalizar y mantener la atención. El diagnóstico es clínico, generalmente lo hacen nueropediatras, pediatras o psiquiatras infantiles.
¿Cuáles son las características de los niños con déficit atencional?
Los niños poseen una conducta que está basada más que nada en tres aspectos claves: son desatentos, tienen un nivel muy grande de actividad y poseen falta de autocontrol.
A nivel escolar, es común que estos niños no terminen las tareas que comienzan y que cometan muchos errores, por las distracciones constantes. En general, no pueden focalizarse en un juego por mucho tiempo; se dispersan por cualquier cosa. Muchas veces parece que no escuchan cuando se les habla directamente. Además, tienen dificultades para organizarse, son descuidados y desprolijos en las actividades y tareas. Pueden perder constantemente los útiles escolares. Y suelen evitar las tareas que requieren mucho esfuerzo.
La atención de estos niños suele ser muy dispersa y alterarse con cualquier estímulo. Muchas veces no pueden establecer de forma correcta un orden de prioridades entre los estímulos que se les presentan.
Además, en los niños que tienen déficit atencional con hiperactividad se observan movimientos constantes de pies y manos, se levantan continuamente, corretean por todos lados. Usualmente, les cuesta jugar a actividades tranquilas y hablan en exceso.
Es importante para poder hacer un diagnóstico que muchas de estas conductas estén presentes tanto en el hogar como en el ámbito escolar.
No se puede dejar de lado la historia personal de cada niño, desde que nace hasta el momento en el cual aparecen los síntomas y las conductas anteriormente descriptas. Dentro de esto también se debería tener en cuenta la historia del cuerpo del niño, la relación de él con sus padres y familiares, y toda una historia de intercambios con el entorno y los objetos.
¿Qué actividades se pueden realizar para ayudar a estos niños?
Se aconseja realizar ejercicios que practiquen la atención y la concentración. No es bueno que las propuestas se conviertan en tareas rutinarias y mecánicas, lo mejor es que se tomen como juegos y que el diálogo esté siempre presente.
Algunas de las actividades que se pueden realizar son: completar frases, buscar sinónimos y antónimos, dibujar y/o copiar figuras, recortar y armar historias, encontrar las diferencias… actividades que requieran atención, concentración y la búsqueda de detalles.
Además se puede apelar a juegos educativos. Es importante emplear aquellos juegos que sean tranquilos. Algunas ideas que se pueden hacer tanto en casa como en la escuela son:
– palabras que empiecen por…
– rompecabezas y puzzles
– Seguir laberintos
– Cartas
– Ejercicios de respiración
– Mirarse en el espejo
– Experimentar sensaciones
– Juegos de encastre y construcciones
– Escribir en la computadora y/o en un cuaderno
– Observar detalles de objetos
Todas estas propuestas buscan estimular al niño y entrenarlo para que permanezca tranquilo realizando una determinada actividad.
Algunos consejos para los padres:
1. Confirmar el diagnóstico.
2. Buscar el tratamiento apropiado y estar en permanente contacto con los profesionales que atienden a su hijo.
3. Proveer al niño de un ambiente estructurado.
4. Establecer límites claramente delimitados.
5. Realizar una especificación precisa y concreta de qué comportamientos consideran aceptables y cuáles no.
6. Proveer control, dirección y supervisión estrecha.
7. Organizar y supervisar su agenda: un momento y un lugar para cada cosa.
8. Ayudar a su hijo a organizarse, dividiendo las tareas en partes que él pueda manejar.
9. Asegurarle un lugar tranquilo y despejado de distractores para trabajar.
10. Ayudarlo a que establezca prioridades.
11. Recompensar al niño frecuentemente y, en especial, de forma cercana al momento en que ha exhibido un buen comportamiento.
12. No permitir que las dificultades hagan que la mayoría de las interacciones con su hijo sean negativas.
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